El 19 de abril de 2018 una marcha autoconvocada provocó una contramarcha gubernamental en la principal avenida de la ciudad de Chinandega, la que terminaría hasta las inmediaciones del Seguro Social.
Ese día un grueso de jóvenes autoconvocados se unieron en los barrios Guadalupe y San Agustín y marcharon hasta la llamada “Esquina de los Bancos”, a 20 metros del edificio del INSS, sumándose así a la gran protesta nacional en contra del gobierno Ortega-Murillo.
Las demandas de los jóvenes era la misma: protección a la reserva Indio Maíz, rechazar las acciones arbitrarias contra los jubilados y las reformas a la seguridad social que establecía que el pago que realizan los empleados al Seguro Social se incrementaría de 6,25% al 7% y que los jubilados tendrían que aportar un 5% de su pensión en concepto de cobertura de enfermedades, a lo que se sumó la falta de libertades públicas y de elecciones libres y transparentes.
“Ambos grupos se encontraron esa tarde en la Esquina de los Bancos, con la única diferencia que la marcha de los sandinistas estaba compuesta por trabajadores del Estado y eran unos cuantos”, explica uno de los jóvenes autoconvocados que nos pidió proteger su identidad, por el contexto actual que vive el país.
El universitario recordó que ese día pasaban las tres de la tarde, cuando el grueso de jóvenes autoconvocados salió de varios puntos de la ciudad y marcharon con pancartas y consignas, pidiendo al pueblo nicaragüense que no fuera indiferente con lo que le estaban haciendo a los abuelos y al gobierno de Daniel Ortega le pedían ”No a la reforma del INSS, si a una pensión Justa”, según se leía en las pancartas que llevaban en mano los jóvenes al frente de la manifestación cuando de pronto inició el ataque.
“Ellos, las turbas eran pocos, pero alcance a reconocer a unos cuantos chavalos vagos a quienes los sandinistas le dieron morteros para que nos atacaran y se esparciera la manifestación, pero lo que hicimos fue correr hacia la esquina de INISER para protegernos ya que no teníamos nada con que defendernos, luego llego un grupo de chavalos vestidos de azul y blanco y nos apoyaron, fue en ese momento que comenzamos a defendernos con piedras. Ese día nosotros ganamos el enfrentamiento a pesar que en la noche empezaron a dispararnos con armas, pero eso no detuvo a nadie”, relató.
Cuenta que los enfrentamientos duraron hasta horas de la madrugada y retomaron las protestas al día siguiente, “para entonces ya los sandinistas habían buscado a más vagos de los barrios periféricos para que los defendieran, junto con la policía y trabajadores del Estado nos atacaban con morteros, piedras, chibolas y armas, en esos días varios de nosotros resultamos heridos y asfixiados por las bombas lacrimógenas que nos lanzaban. No permitían que ninguna unidad bomberil, ni el Hospital España nos atendiera si llegábamos heridos. Entonces estudiantes de medicina improvisaron centros de campañas y la población comenzó a llevar medicamentos, vendas, alcohol, suero oral y otros productos para que nos curaran. En los siguientes días el resto de heridos fueron atendidos en clínicas médicas de índole privado”, revela el joven que resultó con una herida de bala, en ese entonces tenía apenas 18 años de edad.
Y así Chinandega con los municipios de El Viejo, Chichigalpa, Corinto y Posoltega, se sumaron a las protestas con levantamiento de muros de adoquines para protegerse de las balas, pero la represión no se hizo esperar con ataques de paramilitares a los manifestantes, en su mayoría jóvenes y estudiantes.
La transitada calle desde la alcaldía municipal hasta el templo de Guadalupe fue la zona central en donde se concentraron los muchachos provistos de capuchas, lanza morteros y la bandera azul y blanco, símbolo de la libertad y la dignidad nicaragüense.
La dolorosa huella de la Operación Limpieza
La lucha se intensificó y con ello aumentaron heridos y muertos. Se implementó la denominada “Operación Limpieza”, según el gobierno para restablecer el orden y la libre circulación en el país. El domingo 08 de julio, se convirtió en uno de los días más sangrientos para el país, en casi tres meses de protestas contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
“Miguel” es uno de los sobrevivientes de ese oscuro día en Chinandega, recuerda que “todo ocurrió al atardecer cuando llegaron las fuerzas de choque, paramilitares y policías a bordo de camionetas, motocicletas y armados con artillería pesada. Ellos ingresaron a la calle principal y nos atacaron junto a la población civil que estábamos en los tranques”, detalla el joven.
Las barricadas fueron desmontadas en segundos dejando a su paso decenas de heridos y encarcelados.
Desde abril a julio 2018 se registraron siete jóvenes asesinados, estudiantes en su mayoría. También se informó el deceso de un trabajador municipal de El Viejo, quien había llegado apoyar al grupo de turbas que permanecían protegiendo las instalaciones de la Alcaldía de Chinandega.
Entre los jóvenes asesinados están Juan Alejandro Zepeda, José Casco “El Chino”, Cesar López Vega, Marco Antonio Padilla y Luis Ramón Cruz.
“Antes de eso, el gobierno sandinista había pagado el favor a las turbas con las tomas de las tierras privadas de los opositores al régimen”, contó Miguel.
Tras la Operación Limpieza llegaron los allanamientos a las viviendas de los opositores, incluyendo sandinistas que apoyaron la lucha cívica y que fueron identificados por personas infiltradas. Luego sumaron a más delincuentes y paramilitares para recrudecer la ola de cacería y detenciones de jóvenes a quienes golpearon y torturaron, además, del asedio que sufrían sus familiares.
Desde entonces, y cuatro años después, los derechos humanos de los nicaragüenses siguen siendo violentados, los jóvenes están amenazados y en listas negras que ponen en riesgo su integridad física. Muchos Chinandeganos han emigrado en busca de protección y desde el exterior mantienen la lucha contra la dictadura sandinista de los Ortega Murillo. Expresan que la lucha debe continuar con un solo propósito: liberar a los presos políticos, la salida inmediata de la pareja de dictadores, la libertad y democracia que merece tener Nicaragua.