La reforma constitucional enviada a la Asamblea Nacional por el dictador Daniel Ortega establece que el Estado de Nicaragua pasará a ser «revolucionario» con dos copresidentes con poder absoluto y la potestad de nombrar vicepresidentes a dedo.
La reforma a más de 100 artículos de la Constitución, de más de 200, permitirá que Rosario Murillo oficialmente sea «co presidenta» de Nicaragua, junto con Ortega, quienes se reparten el mando del Gobierno, los ministerios y entes autónomos y someten a su antojo los poderes del Estado.
Según el artículo 129, Daniel Ortega compartirá la Jefatura del Estado y de Gobierno con Rosario Murillo como “co presidenta”.
En la Constitución actual, el Jefe de Estado es el Presidente de la República. Con la reforma al artículo 132, esa figura pasa a manos de la “Presidencia de la República” que estará integrada por los dos “co presidentes” que se eligen mediante el sufragio universal, igual, directo, libre y secreto, resultando electos quienes obtengan la mayoría relativa de votos.
En la reforma al artículo 132, se destruye la indenpendencia de poderes, pues establece que el poder Ejecutivo coordinará a los otros tres: Legislativo, Judicial y Electoral.
Además, ejercerán el control y fiscalización de los gobiernos regionales en el Caribe y los locales, es decir, las alcaldías municipales. El Ejecutivo también es la jefatura suprema de la Policía, el Ejército y el Ministerio del Interior (Mint).
Además, Daniel Ortega y Rosario Murillo elevan de cinco a seis años el periodo presidencial, imponen la bandera del Frente Sandinista como símbolo patrio y se adjudican el “poder del pueblo” representado en la Presidencia de la República.
En la reforma al artículo 138, se lee que los copresidentes nombrarán a vicepresidentes para que cumplan con las funciones que les deleguen.
En estos cargos, que quedan a criterio de los copresidentes, podría caber Laureano Ortega Murillo, hijo de los dictadores y a quien ha querido promover como sucesor de Ortega.