Tristemente, en Argentina estos días se ha puesto de moda la palabra “lesbicidio”, un neologismo formado a partir de “lesbiana” y “cidio” que tiene como objetivo politizar y conceptualizar el asesinato de mujeres por su orientación sexual. La noche del domingo 5 de mayo, uno de los inquilinos de una pensión en el barrio bonaerense de Barracas abrió la puerta de la habitación de al lado y lanzó un coctel molotov contra las cuatro huéspedes.
El explosivo prendió en llamas a Pamela Caobas y a Mercedes Roxana Figueroa, ambas de 52 años. Pamela murió a las pocas horas y su pareja, Mercedes, lo hizo dos días después con el 90% de su cuerpo arrasado por el fuego. El pasado domingo murió una tercera mujer, Andrea Amarante, que estaba también hospedada en la habitación junto con Sofía, su pareja, porque Mercedes y Roxana le habían dado cobijo para que no estuvieran en situación de calle.
De las cuatro mujeres, la única superviviente es Sofía que, aunque está ingresada con graves quemaduras en la cara, no se teme por su vida y ha podido declarar ante el juez para esclarecer un crimen que tiene todos los componentes de la interseccionalidad que ha teorizado el feminismo popular: mujeres, lesbianas y pobres con problemas de acceso a la vivienda. Género, orientación sexual y clase.
Mercedes y Roxana vivían en una pensión ante la imposibilidad de acceder a una vivienda digna. Al igual que el atacante, que intentó quitarse la vida sin éxito tras atentar contra la vida de las cuatro mujeres. No era la primera vez que lo intentaba. Antes, había insultado y agredido en repetidas ocasiones a Mercedes y Roxana por su orientación sexual.
Realmente, lo que pone de moda la palabra “lesbicidio’ es la negación del vocero presidencial, Manuel Adorni, que cuestiona que el crimen tenga un componente lesbofóbico. Preguntado por una periodista, Adorni negó que el crimen sea un acto de lesbofobia.
“La reflexión cae por su propio peso: está claro que estas cosas no pueden seguir pasando, ni acá ni en ninguna otra parte del mundo. No me gusta definirlo como un atentado a determinado colectivo. Está mal, es terrible y es repudiable sea contra quien sea”, dijo durante una comparecencia de prensa en Casa Rosada.
Uno de los argumentos que ha esgrimido el portavoz de Javier Milei es que la palabra “lesbicidio” no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Sin embargo, la institución que “limpia, fija y da esplendor” a la lengua castellana se ha visto obligada a rectificar a Adorni a través de la red social X.
La polémica sobre el uso de la palabra “lesbicidio” surge por una crítica de Romina del Plá, diputada del Frente de Izquierdas, a las declaraciones del vocero presidencial sobre la connotación lesbofóbica del crimen de Barracas.
“Hablamos de lesbicidio porque es un crimen de odio contra la comunidad LGBT y agravado por el ajuste y el recorte en presupuesto de género que empeora las condiciones de vida de las disidencias”, escribió la diputada en la red social X, acompañando a su mensaje con los hasthags #FueLesbicidio y #EstadoResponsable.
A pesar del intento del vocero presidencial de despolitizar el crimen lesbofóbico, los colectivos LGTBI argentinos lo vinculan directamente a la llegada de Javier Milei a la presidencia del país. El presidente ha llegado a equiparar la homosexualidad con la zoofilia; la ministra de Exteriores, Diana Mondino, ha comparado el matrimonio igualitario con tener piojos, y la vicepresidenta, Victoria Villarruel, se ha posicionado también con claridad en contra del matrimonio entre personas del mismo género.
Argentina fue el primer país de América Latina en reconocer el matrimonio igualitario gracias a la promulgación de la ley 26.618 que sancionó en 2010 la expresidenta Cristina Fernández. En 2012 fue también aprobada la ley de identidad de género, que convirtió a Argentina en el primer país del mundo en reconocer la libre autodeterminación del género.
La ley argentina de identidad de género ha servido de inspiración para la ley trans española, aprobada en 2022, y es también el modelo que están siguiendo los países que están legislando con el objetivo de despatologizar las realidades trans, que no es más que dejar de considerar que las personas trans son enfermas psiquiátricas y que necesitan un informe psicológico que acredite su identidad.
Por Raúl Solís