El sol comenzaba a filtrarse tímidamente a través de las nubes mientras los habitantes de Chinandega, Nicaragua, se despertaban para dar inicio a un miércoles de ceniza, marcando el inicio de la Cuaresma. En esta ciudad del occidente nicaragüense, el ambiente era de reflexión y recogimiento en un contexto de persecución y criminalización hacia la iglesia católica.
En la Parroquia Santa Ana, ubicada en el centro de la ciudad, los fieles comenzaban a congregarse desde temprano para participar en la primera misa del día. El sonido de las campanas resonaba en el aire, llamando a los creyentes a entrar en el templo y comenzar su jornada de oración y penitencia. 40 días en los que la reflexión debe tener un soporte importante en la vida de las personas católicas de una ciudad llena de piedad popular.
Dentro de la iglesia, el sacerdote pronunciaba las palabras rituales mientras imponía las cenizas en forma de cruz en las frentes de los fieles, recordándoles su mortalidad y la importancia de la penitencia y la conversión durante la Cuaresma. Las melodías de los cantos religiosos llenaban el espacio, creando una atmósfera de solemnidad y devoción.
A lo largo del día, las actividades cotidianas continúan, pero con un tono más solemne. Los comercios abren sus puertas, pero la prisa y el bullicio habitual da paso a una calma reflexiva. En los hogares, las familias se reúnen para compartir comidas sencillas, recordando la importancia de la moderación y la solidaridad durante este período de penitencia.
En un ambiente de persecución, las celebraciones de la Semana Santa podrían llevarse a cabo bajo un clima de temor y precaución. Los fieles podrían enfrentarse a obstáculos para participar en las ceremonias religiosas, ya sea por miedo a represalias o por la presencia de fuerzas de seguridad que monitorean de cerca las actividades de la iglesia.
A pesar de estos desafíos, es probable que muchos fieles nicaragüenses se mantengan firmes en su fe y busquen maneras de celebrar la Semana Santa de manera significativa, aunque sea en un ambiente de adversidad. Las comunidades religiosas podrían encontrar formas creativas de conmemorar los eventos sagrados, adaptándose a las circunstancias difíciles y manteniendo viva la llama de la esperanza y la resistencia.
Los fieles acudieron a los sacerdotes para recibir la cruz de ceniza en sus frentes, tres años después de recibirlas sobre sus cabezas o no recibirlas debido a la pandemia de la covid-19. Para los creyentes católicos – que representan el 58,5 % de los 6,7 millones de habitantes de Nicaragua, según los datos oficiales.