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Gaza, cien días de barbarie patrocinada por Estados Unidos

La ofensiva israelí contra la franja de Gaza, que empezó como una respuesta ante el atentado de Hamas contra el sur de Israel, alcanza los 100 días de duración el domingo. La agresión, con unas consecuencias humanas sin precedentes en la historia moderna, sigue contando con la complicidad de los EEUU, que a día de hoy sigen armando las fuerzas armadas israelíes a pesar de reconocer que el bombardeo contra el enclave es indiscriminado. Parte de la comunidad internacional se niega a pasar por alto la barbarie y emprende acciones legales contra Israel. Ayer, el más alto tribunal de las Naciones Unidas abrió el caso en el que tratará de dirimir si Israel está cometiendo un genocidio en territorio palestino, tal y como plantea Sudáfrica.

Mientras, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su gobierno de extrema derecha siguen en su lucha particular por no caerse del poder. Saben que de ello depende seguir esquivando las preguntas incómodas acerca de lo ocurrido el 7 de octubre. Israel golpea reiteradamente el sur de Líbano en busca de nuevos frentes, pero la milicia libanesa Hezbollah se resiste por ahora a responder con la misma proporción. EE UU y Reino Unido deciden bombardear Yemen con el fin de detener a los hutíes en sus ataques contra embarcaciones mercantiles relacionadas con Israel en el Mar Rojo.

En Gaza continúa la masacre

La barbarie israelí en la franja de Gaza llega a los 100 días. Lo hará este domingo. Algunos cálculos dicen que la operación deja por ahora más de 30.000 muertos a sus espaldas. Eso es así si se contabilizan como víctimas las más de 8.000 personas desaparecidas bajo los escombros. El cálculo de las víctimas al día es fácil. El Partido Demócrata de los Estados Unidos, el mismo que a finales de diciembre reconoció que Israel bombardeaba la franja de Gaza de forma indiscriminada, continúa armando el ejército israelí para que siga la ofensiva contra población civil.

La desinformación acerca de lo que ocurre en el enclave es enorme, y registrar todas las agresiones que tienen lugar al mismo momento es imposible. A pesar de ello, el trabajo de periodistas y de humanitarios locales, que no cesan de documentar lo que les rodea aunque lo hagan entre bombardeos, nos permite tener algunas certezas sobre lo que ocurre en el enclave.

En Gaza, más de dos millones de personas sufren una crisis humanitaria y un desastre de salud pública superior a la que sufrió Yemen, durante años considerada la peor crisis humanitaria del planeta. Según el Programa Mundial de Alimentos, cuatro de cada cinco personas en Gaza está hambriento hasta extremos amenazantes para la supervivencia. El destrozo de la red de hospitales y el impedimento a la entrada de material médico hace que más de 10 niños pierdan una o las dos piernas todos los días, y que en la mayoría de casos la amputación tenga que llevarse a cabo sin anestesia.

También han salido a la luz detalles sobre las condiciones que esconden los centros de detención para los arrestados en Gaza, donde la tortura parece un juego para los soldados. Lo dice un reportaje publicado en un medio de comunicación israelí y escrito por Yuval Abraham, un periodista israelí. Según varios testimonios que han hablado con Abraham, los soldados israelíes someten los detenidos palestinos a electroshocks, les queman la piel con mecheros, les escupen en la boca y les privan de dormir, de comer y de ir al baño hasta defecarse sobre sí mismos. A muchos, cuentan quienes han sido liberados, los mantuvieron atados a una valla durante horas, con los ojos vendados, forzándolos a mantener los brazos en alto.

La desinformación no es accidental. Un estudio demuestra que The New York Times, Los Angeles Times y el Washington Post, tres de los mayores medios de comunicación en EEUU, ejercen un desequilibrio informativo intencionado. Por cada dos muertes palestinas, hacen una sola mención. Por cada muerte israelí, hacen ocho menciones. El mismo análisis, publicado por el también medio estadounidense The Intercept, revela la facilidad con la que estos medios utilizan los términos “masacre”, “matanza” o “horroroso” para describir los ataques sufridos por israelíes, mientras que a duras penas utilizan la misma terminología para informar sobre los ataques sufridos por los palestinos.

La Haya arranca el juicio por posible genocidio contra Israel

El posible genocidio israelí contra Gaza, a juicio. La denuncia de Sudáfrica contra Israel dio pie ayer al inicio del caso en el tribunal de las Naciones Unidas en la Haya. “Los genocidios nunca se declaran por adelantado, pero este tribunal tiene la ventaja de las últimas 13 semanas de evidencia”, dijo la abogada sudafricana Adila Hassim: “y esta evidencia muestra de manera inquebrantable un patrón de conducta y de intencionalidad que justifica una afirmación plausible de actos genocidas”. La de Hassim es una de las frases que resumen la acusación por genocidio que Sudáfrica presenta contra Israel. Israel y Estados Unidos critican el caso.

Los representantes sudafricanos expusieron ante la Corte Internacional de Justicia que las intenciones de genocidio no están solo presentes en la enorme cantidad de víctimas mortales, sino sobretodo en las declaraciones de los dirigentes israelíes, ya sean políticos o militares. Los sudafricanos aportaron lo que esperan que el tribunal valore como pruebas de ello: cementerios palestinos asaltados, banderas israelíes plantadas en mitad de la destrucción, o vídeos de soldados israelíes cantando que “no hay civiles no involucrados”, en referencia al ataque contra el sur de Israel lanzado por Hamás el 7 de octubre.

Tembeka Ngcukaitobi, también abogado sudafricano, añadió que existe una “reiteración y repetición de discursos genocidas en cada estamento del estado de Israel”. Tanto es así, que Ngcukaitobi se vio con fuerzas de afirmar que “las evidencias de la intención genocida no son solo escalofriantes, sino incluso abrumadoras”. Vaughan Lowe KC, parte del equipo legal del país sudafricano, alegó que “nada puede justificar el genocidio, sin importar lo que haya podido hacer un específico grupo de individuos pertenecientes a la sociedad palestina de Gaza”.

Los representantes sudafricanos tuvieron ayer la palabra en el primer día de audiencias antes de que hoy sea el turno de Israel y de quienes representan al estado judío, que presentarán su defensa. En total, el tribunal está conformado por 17 jueces: 15 de ellos son miembros permanentes del tribunal de la ONU y dos son elegidos por el país denunciante y el denunciado.

La sentencia puede demorarse años, pero el tribunal tendría la capacidad de pedir a Israel que ponga fin a la ofensiva si ve indicios de que las tropas israelíes podrían estar perpetrando un genocidio, tal y como plantea el equipo legal de Sudáfrica en una denuncia que ha sido secundada por múltiples estados.

Israel expande la guerra más allá de Gaza 

La guerra en Oriente Medio cambia de fase. Benjamín Netanyahu y su gobierno de extrema derecha saben que necesitan perpetuar la tensión belicista para mantenerse en el poder y evitar la rendición de cuentas sobre lo que ocurrió el 7 de octubre, y están preparados para estimular nuevos frentes. Tras más de tres meses de bombardeos incesantes contra la franja de Gaza, Israel parece dispuesto a reducir la intensidad militar contra el enclave —algo que en ningún caso significa ponerle fin— y aumentar los esfuerzos bélicos contra el sur del Líbano. Y eso demuestran los últimos días.

Las tropas israelíes lanzan misiles a diario por encima de la frontera que las separa del Líbano. En múltiples ocasiones han apuntado contra vehículos en movimiento que transportaban miembros de la milicia libanesa Hezbollah, algunos de ellos destacados. Es el caso de Wissam Hassan Tawil, el primer comandante top de este grupo armado que Israel logra eliminar desde el 7 de octubre. Al día siguiente, para más inri, Israel lanzó ataques contra el funeral que despedía el propio Hassan Tawil, asesinando además una persona.

Los medios de comunicación se hacen eco del impacto de los misiles israelíes contra combatientes de Hezbollah, pero rara vez mencionan la intimidación a la que Israel somete la población civil del sur del Líbano

En un intento por salvar la cara ante sus seguidores, Hezbollah ha respondido a los repetidos ataques israelíes disparando contra una base militar en el norte de Israel, sin causar bajas. La milicia libanesa, que atesora una fuerzas armadas más contundentes que las del propio estado del Líbano, se encuentra ante un dilema. En principio, y según vociferan sus propios dirigentes, la razón de su existencia es la resistencia contra Israel, algo que debería despejar dudas a la hora de decidir cómo responder ante el papel que Israel desempeña desde meses atrás. Las tropas patrocinadas por los Estados Unidos han eliminado más de 170 combatientes de Hezbollah desde el 7 de octubre, además de haber asesinado a más de 20 civiles en suelo libanés, incluyendo periodistas y niños. A pesar de ello, a día de hoy las palabras y las acciones de la milicia libanesa continúan demostrando que Hezbollah no tiene intención de entrar en una guerra abierta con Israel.

Los medios de comunicación se hacen eco del impacto de los misiles israelíes contra combatientes de Hezbollah, pero rara vez mencionan la intimidación a la que Israel somete la población civil del sur del Líbano. En algunas de las últimas noches, la tecnología militar israelí ha bombardeado las afueras de múltiples municipios, avivando los miedos que decenas de miles de residentes guardan desde las anteriores invasiones sufridas a manos israelíes. El primer ministro libanés, Najib Mikati, ha reconocido la existencia de negociaciones para terminar con las tensiones a través de la vía diplomática, pero añade que tal solución depende del fin de la ofensiva israelí contra al franja de Gaza.

Se intensifica el frente en el Mar Rojo

En la madrugada del 12 de enero, aviones estadounidenses y británicos bombardearon posiciones militares de los combatientes hutíes en Yemen, en lo que supone una escalada bélica en la región. Con su ofensiva contra territorio yemení, las dos potencias afirman querer detener los ataques hutíes contra barcos mercantiles, estrategia con la que el grupo armado persigue presionar a Israel para que detenga la masacre en Gaza. Tras los bombardeos, Mohammad Abdulsalam, portavoz de los hutíes, ha declarado que la agresión de Estados Unidos y Yemen, no frenará su ofensiva contra los barcos relacionados con el estado sionista.

Las aguas de Oriente Medio están cada vez más revueltas. Después de que los rebeldes hutíes hayan interceptado más de 25 naves mercantiles en el Mar Rojo, ayer fue Irán quien se atrevió a frenar un barco Occidental. Lo hizo por primera vez desde el inicio de la guerra contra la franja de Gaza y el asalto, llevado a cabo por unos hombres armados, tuvo lugar en la costa de Omán. “Este barco robó el petróleo de Irán por orden de Estados Unidos y lo transportó a costas estadounidenses“, dijo la Armada iraní en un comunicado difundido por los medios estatales.

Aviones estadounidenses y británicos bombardearon posiciones militares de los combatientes hutíes en Yemen, en lo que supone una escalada bélica en la región

Irán justifica su ataque en un aparente intento de desvincularlo de las tensiones que sacuden las aguas del otro lado de la Península Arábiga, donde los insurgentes yemeníes imponen su ley. Resulta que la embarcación interceptada ayer por Teherán había sido anteriormente protagonista de la misma historia, pero con los papeles intercambiados. Estados Unidos la interceptó cuando transportaba petróleo iraní, algo que Washington consideró que violaba las sanciones impuestas por la Casa Blanca contra el régimen de los ayatolás. Pero aunque la embarcación naviera tenga una historia anterior, el contexto de guerra es ineludible. Muchos, especialmente en EEUU, leerán el asalto iraní como una entrada de Irán en al guerra naval propuesta por los hutíes.

El patrullaje de los combatientes hutíes por las aguas que conectan el Océano Pacífico y el Mediterráneo no ha provocado víctimas mortales ni ha desplegado armamento de gama alta, pero pone a los dirigentes estadounidenses y a los europeos en un callejón sin salida. La acción de los hutíes amenaza una de las principales arterias comerciales del planeta. Los expertos auguran que la inflación golpeará en breve a los consumidores. Los rebeldes aseguran que los únicos barcos que deben tener miedo a ser interceptados son los israelíes o los que se dirigen hacia Israel. Pero nadie se fía. El comercio marítimo es opaco. La propiedad de la nave, su explotación, la nacionalidad de la tripulación y la bandera a menudo divergen.

*Este análisis ha sido publicado originalmente en El Diario El Salto, y republicado por Radio Veritas Nicaragua.

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